Voy a empezar con una idea fuerte:
Un alumno debe ser capaz de progresar aunque no estudie ni un minuto de violín en su casa, únicamente con lo que hace con el profesor en clase.
Sí, esa es mi opinión.
Un alumno está ahí para no saber, para tener dudas, aprehensión, liarse, confundirse y no saber lo que hacer ni por qué no le sale lo que intenta.
El alumno está ahí, haciéndolo mejor o peor cuando podría estar en cualquier otro sitio, haciendo cualquier otra cosa en vez de romperse la cabeza, y a menudo las manos/espalda, a averiguar cómo hacer sonar este trozo de madera con cuatro cuerdas.
A nadie en su sano juicio se le ocurriría juzgar positivamente a un doctor que, al llegar su paciente a consulta, le mirase enfadado y le soltase una soberana bronca por estar enfermo.
Menos aún que dijese al paciente que no se le ocurriese volver a consulta sin haberse curado.
Y sin embargo, una miríada de “profesores” excusan su pereza, falta de conocimientos, compromiso para con el alumno con la frase de que “el alumno no mejora porque no estudia suficiente”.
Evidentemente que el alumno debe estudiar y profundizar su comprensión y dominio del violín por su cuenta en su casa, y sin embargo el alumno es dependiente del profesor justamente porque carece de los instrumentos, métodos de estudio y conocimientos que se le suponen al profesor.
Cuando un alumno encuentra un problema en clase, no es el momento de reñirle, poner en alerta su sistema nervioso y centrarle en su miedo de haber decepcionado al profesor, sino que es el momento de que el profesor le haga progresar.
Ahora otra idea 💡 que he constatado en mis años de enseñanza y aún más potente desde mi punto de vista:
Nada motiva más a un alumno que hacer frente a una dificultad y vencerla.
Sí el profesor en la situación problemática, ya sea técnica, musical o personal, sabe dar el consejo, información, la idea, el apoyo, la visión, la estrategia, la metodología, la creatividad necesarias, entonces y no antes, el alumno podrá operar un cambio in situ para mejor.
Y si luego de eso el profesor le hace constatar al alumno su pequeño paso positivo y la realidad de que es gracias al alumno que eso ha podido ocurrir, entonces la “magia” estará operada y el alumno podrá empezar a pensar en términos de progresar con el violín y no de sobrevivir a la próxima clase.