Muchas culturas a lo largo y ancho del mundo asocian los términos respiración con vida, espíritu, vitalidad, aliento, alma y un largo etc…
Vivimos gracias al aire que inhalamos y exhalamos cada momento de todos los días de nuestra vida.
La respiración, sin embargo, ha sido históricamente la gran olvidada en la pedagogía del violín. Es uno de los elementos que tienen un mayor impacto en la forma de tocar y en el estado que uno mismo tiene al tocar.
El miedo a confundirnos de afinación, a errar de nota, a hacer ruidos imprevistos, a perder la memoria, al público, etc… ocasionan un reflejo involuntario de cortar la respiración. Es a causa de una menor toma de aire que nuestra sangre no se oxigena lo suficiente, provocando que nuestra musculatura esté escasa de tono debido a la falta de oxígeno y se vea obligada a tensarse y contraerse.
Cuando la musculatura se tensa, nos tensamos nosotros y la flexibilidad y relajación al tocar desaparecen. Asimismo el cerebro no recibe suficiente sangre oxigenada y funciona bajo mínimos.
Todo ello lleva a un círculo vicioso que ocasiona más errores, menos respiración, más contracción hasta un eventual colapso o bloqueo completo de la capacidad de pensar, concentrarse y tocar.
En el caso del canto o de los instrumentos de viento, la respiración es el eje fundamental de una buena técnica, sin embargo rara vez se fija alguien en si un violinista está o no respirando, porque el sonido lo producen sus brazos y no el aire que exhala llevando a prestarles atención únicamente a las manos y brazos.
Demás está decir que cuando falta el aire, lo primero que perdemos es la paz de espíritu y la sensación de relajación y disfrute al tocar.
Por ello, necesitamos romper el círculo vicioso de la respiración disminuida o la apnea del violinista de manera voluntaria y decidida, de esta forma desactivaremos gradulamente además nuestros miedos, ya que están muy vinculados a la retención del aire y cambiar el patrón respiratorio los disminuye o llega a anularlos inclusive.
Para ello propongo un sencillo ejercicio que uso con mis alumnos violinistas, que consiste en situar unas R mayúsculas en las piezas, partituras o canciones que tocan, que les ayudan a recordar respirar profundamente en ciertos lugares.
Les ayudo a sentarse ante una partitura que estén tocando y reflexionar dónde sería adecuado para ellos hacer respiraciones profundas y largas.
Suelen mirar la partitura con detenimiento y cantarla, buscando lugares en los que de manera “natural” les resulta más fácil respirar. De esa forma, sin darse cuenta, además están fraseando la pieza, es decir, encontrando las unidades musicales que la componen, las frases. Por lo que una partitura como la anterior, podría quedar de la siguiente forma tras ser analizada y marcada:
Suelo indicarles la importancia de no precipitarse a la hora de empezar a tocar, haciendo tres respiraciones tranquilas antes de tocar, preparándose antes de empezar, ello les ayuda a estar listos y aumenta su tasa de éxito.
Asimismo les suelo indicar que pongan respiraciones tras el fin de la pieza, para que permanezcan respirando aunque la pieza haya concluido, dándoles un poco de tiempo a reflexionar cómo se han sentido o se sienten, qué tal han tocado, lo que les ha parecido mejor y lo que peor, aquietarse en definitiva.
Este ejercicio puede ser realizado desde en piezas sencillas como la mostrada, hasta la más compleja de las que existan para el violín.
Aplicando esta sencilla técnica, la flexibilidad de las manos, la relajación de la espalda, la memoria, la afinación, la unión de los arcos y cambios de cuerdas y posición con el violín, tienen muchas más opciones de salir bien, ya que el cuerpo está en condiciones físicas óptimas para llevar a cabo lo que se le pide.
Espero que te sea de utilidad este ejercicio y te recuerdo que si quieres recibir estos pequeños consejos en tu email, puedes hacer me gusta, compartirlo y suscribirte gratis para recibirlos en tu email en la barra lateral de la página.
¡Un abrazo y hasta pronto!
Marko